Robert Redford se estrenó como director de cine hace ya 25 años. Te contamos cuál fue su película debut
Robert Redford fue sin duda uno de los actores más atractivos de su tiempo. Una belleza envidiable que colmó las pantallas mucho antes de que Brad Pitt hubiera sido siquiera engendrado. Generaciones pasadas tienen incrustada en la memoria su mirada penetrante, su carácter afable y generalmente desenfadado y su excelente doblaje a cargo de Manolo García. Todo ello hacía de Redford un icono sexual de los de antes: seguro y seductor, pero entrañable al mismo tiempo.
Estos rasgos de su personalidad se vieron aún más enaltecidos cuando el intérprete decidió emprender su primera incursión detrás de las cámaras. Lo hizo con El hombre que susurraba a los caballos (1998), una película que adaptaba la novela homónima publicada tres años antes por Nicholas Evans. Así reza su sinopsis oficial: «Grace (Scarlett Johansson) y su amiga Judith salen a dar un paseo a caballo y son atropelladas por un tráiler. Judith y su caballo mueren, mientras que Grace y el suyo (Pilgrim) resultan gravemente heridos. En un intento desesperado por recuperar a Pilgrim que, desde el accidente, se ha convertido en un caballo salvaje, Annie (Scott Thomas), la madre de Grace, decide ir a Montana a ver a Tom Booker (Robert Redford), un vaquero que posee un don especial para hablar y curar a los caballos».
Ya solo por la sinopsis puede vislumbrarse un drama familiar. Una mujer en plena crisis matrimonial que recurre a un hombre del campo como último recurso para enderezar la trastocada vida de su hija. Ese papel de figura salvadora, de hombre profundo pero sencillo que parece conocer la solución a todos los problemas mundanos, le viene a Redford como anillo al dedo. El nativo de California se erige como el centro de la admiración, como el objeto de deseo perfecto.
El campo y la ciudad
Aprovechando el retiro a los paisajes rústicos de Montana, la película propone una reflexión sobre el estilo de vida que llevan aquellos apartados de las metrópolis. Redford y Evans sostienen que ese estilo de vida propicia una creciente paz interior que nace de la certeza de que la rutina diaria se mantendrá inalterable día tras día. Es, en cierta medida, el choque entre la ciudad, encarnada en Annie Graves y el campo, representado por Tom Booker, el que termina desentrañando la historia.
El hombre que susurraba a los caballos es un drama almibarado, pero altamente recomendado para los amantes de las películas románticas. Aunque poco verosímil en algunos tramos del argumento, suscita una interesante disyuntiva entre campo y ciudad y deja al espectador que escoja su propio camino.