Nos ha cautivado con imágenes inolvidables desde hace décadas. El día que Henry Selick revisitó el universo de Alicia: un trabajo para recordar
Henry Selick es uno de los grandes directores de animación de los últimos años. Su trabajo ha fascinado tanto a los niños de los 90 como a los de los 2000. Y es que todos tenemos en la cabeza los personajes icónicos de Pesadilla antes de Navidad y recordamos con inmensa dulzura a Coraline. Pero si de verdad hay alguien detrás de estas grandes y extravagantes producciones es el todavía más grande y extravagante director Tim Burton.
Aunque no se ha hecho cargo personalmente de la dirección, Burton se ha situado detrás de casi todas las producciones de Selick, reclamándolo como uno de sus discípulos más aventajados y ejerciendo la labor de productor en la mayoría de sus filmes. Uno de los principales ejemplos de su trabajo fue precisamente una adaptación de la segunda novela del escritor inglés Roald Dahl, que le terminaría dando la fama internacional que después consolidaría con la publicación de Charlie y la fábrica de chocolate.
Las influencias
Treinta y cinco años después de que Dahl publicase la novela, Selick decidió llevar a la gran pantalla James y el melocotón gigante. La sinopsis oficial reza así: «Tras la muerte de sus padres, el pequeño James se ve obligado a vivir con sus dos crueles y repulsivas tías. La visita de un extraño personaje, una araña a la que salva, le proporciona un medio para escapar: un melocotón gigante que comienza a crecer desmesuradamente en su jardín. Cuando se introduzca dentro de él conocerá a otros pintorescos personajes». Un disparate continuo que sentaría el tono de Dahl en el resto de sus libros y cuyos personajes se prestan al carácter excéntrico de Selick y, por supuesto, también de Tim Burton.
James y el melocotón gigante nos brinda una historia infantil y divertida, una aventura que combina la fantasía propia del mundo onírico con las situaciones disparatadas características del cerebro soñador de los más pequeños. El protagonista se rodea de un grupo de animales en un espacio reducido, lo que podría recordar a otro clásico de la literatura y el cine de animación bien conocido.
En efecto, se trata de Alicia en el país de las maravillas, la obra maestra de Lewis Carroll cuyo argumento Disney tomó prestado así como el propio Burton muchos años después. Los despropósitos que vive James son fácilmente comparables a los de Alicia.