Las películas del lejano Oeste han experimentado una caída en picado. El motivo por el que los western ya no funcionan en el cine
Desde finales de los 40 hasta principios de los 70 y aún más atrás si nos detenemos en obras concretas, los western han cautivado a varias generaciones durante más de tres décadas. Una parte considerable de los estudiosos los conciben como el mejor género de la historia del cine por su gran repercusión en la industria y por saber reinventarse a sí mismo en prácticamente cada trama, abordando en cada guion una faceta distinta de los inhóspitos territorios de Estados Unidos durante el siglo XIX.
En los años 90, cuando el género parecía abocado a la desaparición, Clint Eastwood rompió todos los esquemas con Sin perdón, una película del Oeste crepuscular que nos ponía casi por primera vez en las botas de un pistolero abatido por el paso del tiempo y falto de ánimo. La original premisa se saldó con dos premios Oscar, pero no logró uno de sus objetivos principales: relanzar el género.
Y es que ahora esta empresa se antoja más complicada que nunca por varios motivos. El primero tiene que ver con la saturación. Ya van más de treinta años en los que, a pesar de los esfuerzos de los guionistas, hemos sido testigos de los mismos tópicos una y otra vez: el jugador empedernido que se convierte en un astuto tahúr, el pistolero sin escrúpulos, la doncella víctima de abuso de poder, la construcción de las vías férreas, los insondables pozos de petróleo, la fiebre del oro, el odio al extranjero, la lucha encarnizada por autoproclamarse sheriff del condado…
La cultura de la inmediatez
Y lo peor de todo es que estos estereotipos narrativos también se han asociado a determinados actores que tuvieron en las cintas del Oeste su oportunidad de brillar y de darse a conocer al mundo en la gran pantalla. Es el caso de grandes leyendas, muchas de ellas ya fallecidas, como John Wayne, Henry Fonda, Charles Bronson, Clint Eastwood y directores de la talla de John Ford, Howard Hawks, John Huston o Sergio Leone.
Pero si existe un motivo por el que el western ha quedado relegado a un segundo plano en la actualidad es por la llegada de la llamada cultura de la inmediatez, caracterizada por los estímulos constantes y rápidos, la omnipresencia de las redes sociales y, en el cas concreto del cine, por las películas de superhéroes o el terror basado en jumpscares y subidas bruscas de volumen.
El género del Oeste, con su pulso deliberadamente lento y repleto de largos silencios para construir una atmósfera de tensión, no convence en absoluto a las nuevas generaciones, que se desviven por el tiroteo y la acción mucho más que por el sol ardiente de Arizona, las plantas rodadoras próximas a la ciudad y el desarrollo parsimonioso del personaje principal.