Los años 90 nos han regalado auténticas joyas del cine. Esta es una de las mejores óperas primas de los 90 jamás concebidas
Los años 90 fueron una época gloriosa para el cine. Después de la era dorada del western que se dilató durante más de tres décadas, la estética noventera decidió desmarcarse del camino iniciado por cowboys, forajidos y pistoleros y hacer gala de una estética más moderna en la que imperaba el crimen organizado, las gafas de sol, las chupas de cuero y, sobre todo, las colillas desperdigadas por los adoquines de la acera.
Uno de los que mejor entendió este cambio de tendencia fue Quentin Tarantino, que entonces trabajaba detrás del mostrador de un videoclub a la espera de que alguno de sus guiones llegara a las manos de una gran productora que decidiera convertirlo en película. Después de un par de intentos fallidos, vio la luz Reservoir Dogs, la ópera prima de Tarantino, que desarrollaba la acción en un solo espacio y partía con un presupuesto muy escaso.
Con el guion basta
La sinopsis oficial reza así: «Una banda organizada es contratada para atracar una empresa y llevarse unos diamantes. Sin embargo, antes de que suene la alarma, la policía ya está allí. Algunos miembros de la banda mueren en el enfrentamiento con las fuerzas del orden, y los demás se reúnen en el lugar convenido». Una premisa, como puede comprobar el lector, que no se sustenta sobre efectos visuales espectaculares ni sobre una tramoya sólida, sino sobre una puesta en escena basada únicamente en la fuerza de los diálogos y en la interpretación de los protagonistas. Una carta arriesgada que no habría recaudado ni la mitad de los dólares que finalmente consiguió recaudar de no haber sido por el ingenio de Quentin Tarantino.
El cineasta realiza varios saltos temporales a lo largo de la narración, en los que intercala el presente con el pasado reciente. Se hace contemplado desde el punto de vista de los personajes recluidos en el almacén. Finalmente, el espectador es testigo de la escena final y todas las piezas encajan de manera magistral. Lo hace en un argumento en el que hay cabida para los giros épicos, para las sorpresas y para escenas que pasarán a la historia.
Una mención especial merece la escena de apertura, cuando los criminales charlan de forma distendida entre ellos antes de perpetrar el atraco. Los diálogos son tan informales y naturales y tuvieron tanta repercusión en el público que serían replicados en Pulp ficition. También en buena parte de la filmografía de Tarantino.