Desvelan quién es el que está detrás de la mascota. La curiosa persona que se esconde tras la vaquilla del Grand Prix.
Hablar del Grand Prix del Verano es hacerlo de uno de los programas más influyentes que existen en el panorama nacional. El éxito está asegurado gracias a las glutinosa miento que tienen de la audiencia, siendo idóneo tanto para adultos como para los más jóvenes. Es algo que gusta a todos y eso ha provocado que millones de personas estén delante del televisor para poder ver las pruebas más locas y divertidas. No obstante, hay algo que ha cambiado entre la versión de 2023 con respecto a sus antecesoras y es la ausencia de una vaquilla real.
La vaquilla sigue existiendo en el Grand Prix del Verano, pero el toque que se ha llevado actualmente no tiene nada que ver con lo de principios del siglo pasado. Los tiempos cambian y hay que adaptarse. Esto es algo que han hecho en RTVE para poder recuperar el formato del programa más exitoso del verano sin perder la esencia y tampoco a la mascota del mismo.
La persona que se esconde tras la vaquilla del Grand Prix
Sí, la vaquilla no es un animal con cuatro patas y cencerro como antaño. Es una persona disfrazada para amenizar el programa y para que la esencia esté por bandera. Pero quién está detrás de ella ha sido una incógnita durante toda esta temporada, hasta ahora.
La persona que se esconde detrás de María Fernanda, la vaquilla del Grand Prix, es el atleta Miguel del Pozo. En el nuevo formato tiene un papel muy importante, que no es otro que el de intentar favorecer a un equipo y perjudicar al contrario.
Miguel del Pozo es un atleta de 41 años y mozo de almacén en su vida laboral. Con todo ello, ¿por qué han apostado con él como la vaquilla del programa? La decisión es muy simple y es que también se encarga de ponerse bajo la piel de otro animal famoso en el mundo del deporte, el delfín Ramiro, mascota del Movistar Estudiantes de baloncesto.
“La experiencia de ser «la vaquilla» en el Grand Prix no puede ser más positiva. Me siento como si me hubiesen dado el coche y los ingenieros y mecánicos de Red Bull, y así es todo mucho más fácil. A pesar de que creo que el papel se adaptaba a mis virtudes haciendo de mascota, es diferente al baloncesto. Yo estaba acostumbrado a la improvisación, y a pedir perdón antes que permiso. Aquí tienes que ceñirte a guiones, planos de cámara, tiempos, y otras normas que tienen su lógica. Lo bueno es que los juegos a menudo son incontrolables, y de allí salen los momentos más divertidos. Dar espacio al caos también es parte del éxito del programa”, ha comentado el propio Miguel en su cuenta de Instagram.