Es una de las leyendas del cine de Hollywood. La película de Tom Hanks que se convirtió en una de las mejores adaptaciones de la historia
No hay duda de que Tom Hanks es uno de los grandes iconos de Hollywood. Con dos premios Ocsar en su vitrina personal por ‘Philadelphia‘ y ‘Forrest Gump‘, el estadounidense ha pasado a la historia por ser uno de los mejores actores cómicos y de melodrama de las últimas décadas y ampliamente reconocido por su faceta entrañable y considerada con los medios de comunicación.
Una de las mejores muestras de su trabajo es La milla verde (1999), una película dirigida por Frank Darabont, que ya venía de reventar la taquilla cuatro años antes con ‘Cadena perpetua’, una de las mejores tramas penitenciarias jamás narradas y engendrada por la pluma del maestro Stephen King, que ya venía de asombrar al público con la adaptación de la miniserie de It y con Misery, una producción de Rob Reiner protagonizada por una inmensa y esquizofrénica Kathy Bates.
La crítica
Poco después, el escritor de Maine decidió probar suerte con La milla verde que se publicó por entregas en seis volúmenes que posteriormente se juntaron en un solo libro. Darabont, que ya había hecho buenas migas con el autor después del éxito de su primera película, optó por dejar su lado creativo al margen y tratar de adaptar la novela original página por página. La sinopsis oficial reza así: «Ambientada en el sur de los Estados Unidos, en plena Depresión. Paul Edgecomb es un funcionario de prisiones encargado de vigilar la «Milla Verde». Se trata de un pasillo que separa las celdas de los reclusos condenados a la silla eléctrica. John Coffey, un gigantesco hombre negro acusado de asesinar brutalmente a dos hermanas de nueve años, está esperando su inminente ejecución. Tras una personalidad ingenua e infantil, Coffey esconde un prodigioso don sobrenatural».
La milla verde no necesita presentación. Desde la primera escena nos sumerge en una atmósfera completamente ajena. Un corredor de la muerte en el que los delincuentes más peligrosos del país aguardan pacientemente su turno para ser achicharrados en la silla eléctrica.
En medio de la tensión que inunda el día a día, Darabont dibuja unos personajes tan arquetípicos como creíbles, con personalidades muy marcadas pero que hacen su función: emocionar al espectador con uno de los finales más entrañables de las últimas décadas. Una película dura e inolvidable para reflexionar sobre la importancia del altruismo y el verdadero valor de la vida.