MasterChef: Noé y José Luis, expulsados. Un pollo relleno que ni siquiera se atrevieron a probar los jueces significó el billete de regreso a casa de Noé tras varias semanas en la cuerda floja. Mientras que la sentencia de José Luis la firmó un solomillo Wellington que no dio la talla para continuar en MasterChef, aunque igual que sucedió en el ‘Reto creativo’, ningún plato estuvo a la altura de lo que se pedía, por lo que se libraron de la eliminación los menos malos. Los aspirantes sólo cumplieron en la prueba por equipos, en la que consiguieron servir las meriendas de tres hoteles emblemáticos de Madrid.
No fue el día de los aspirantes en ninguna de las dos pruebas individuales que suponían la eliminación, en las que los platos salieron crudos. Por eso sería erróneo decir que en el último programa de ‘MasterChef’ se salvaron los mejores porque la realidad es que se quedaron los menos malos. A los aspirantes sólo les salvó la prueba por equipos en la que consiguieron sacar adelante la merienda de tres hoteles madrileños de renombre, Ritz, Palace y Hesperia, aunque no sin dificultades y siempre al límite del tiempo, pero lo importante es que los platos salieron y salieron bien.
Una pesadilla rellena
La primera prueba, el “Reto creativo”, deparaba una mala noticia para los aspirantes, el peor sería eliminado. La noticia cayó como una losa en los aspirantes, que veían como la presión del reto se elevaba a la máxima potencia y aún no habían visto cuál sería el componente principal a cocinar en el reto. La tensión se elevó cuando vieron a su compañero de viaje, el pollo. El reto era elaborar un pollo relleno en 90 minutos, un plato cuya dificultad tenía dos claves, deshuesar el gallo y el tiempo de horneado.
Cuando el tiempo de los concursantes terminó, ninguno de ellos tuvo en el horno el pollo el suficiente tiempo y todos salieron crudos. Los mejores de la prueba fueron Eva, Juan Manuel y Cerezo, que tuvieron la habilidad de no rellenar excesivamente el pollo, por lo que más o menos quedó hecho por dentro. Mientras que el resto lo rellenó en exceso y el plato no llegó a cocinarse. Caso aparte fue el de Fabián y Noé, que metieron su pollo en el horno a menos de 20 minutos de que terminase el tiempo por lo que el jurado ni siquiera probó sus platos. Los jueces al final se decantaron por expulsar a Noé no sólo por su plato, sino por su trayectoria en el programa y su falta de evolución.
Merienda de altas miras
En la segunda prueba los tres mejores en el reto anterior formaron tres equipos y tuvieron que elaborar la merienda de tres hoteles, Ritz, Palace y Hesperia. Los chefs de los tres hoteles, Jorge González (Ritz), Esteban Mangudo (Hesperia) y Víctor Guerra (W. Palace) les cómo cocinar sus platos.
El equipo rojo formado por Eva, José y María trabajaron en el Hesperia acompañados por Jordi. El equipo azul, supervisado por Pepe y formado por Juan Manuel, Clara y José Luis se encargó de elaborar la merienda en el Palace. Mientras que el equipo blanco formado por Cerezo, Fabián y Maribel y bajo la atenta mirada de Samantha trabajó en el Ritz.
Los capitanes eligieron qué plato cocinaba cada uno y tanto Eva como Cerezo eligieron el más sencillo, aunque la primera explicó que lo hizo para poder atender a sus compañeros también. Mientras que Juan Manuel escogió el plato más complicado, en un reto en el que el peor de cada equipo iría a la prueba de eliminación.
Tanto Jordi como Samantha tuvieron claro quién había sido el peor, sin embargo Pepe lo tuvo más complicado porque todos los miembros del equipo trabajaron bien y no tuvo nada malo que decir a ninguno, pero el más flojo de los tres fue José Luis. En el equipo rojo, María fue la peor y en el equipo blanco, que fue un caos en la cocina, el peor fue un Cerezo que no dejó trabajar a sus compañeros de equipo.
El horno, enemigo número uno
En el reto de eliminación, los aspirantes se enfrentaron a un solomillo Wellington, receta con la que María respiró porque la era familiar. La dificultad estaba en el punto de la carne y las tres capas: la que da sabor (relleno), la que aísla de la humedad (jamón o panceta) y la crujiente (hojaldre), además de elaborar su correspondiente salsa y guarnición.
Finalizado el tiempo, el mejor plato fue el de María a pesar de que no estaba bien hecho y ni la salsa ni la guarnición gustaron al jurado, pero su cambio de actitud fue determinante para que subiera las escaleras de ‘MasterChef’. Al final quedaron en la cuerda floja José Luis y Cerezo, que había tenido una actitud prepotente afirmando que ni María ni José Luis eran rivales. Los dos presentaron un solomillo Wellington crudo y ni la salsa ni la guarnición salvaron sus platos, pero los jueces se decantaron por penalizar el mal día de José Luis, que falló en las dos pruebas individuales y fue el más flojo de su grupo en la segunda prueba. Al final del último programa de ‘MasterChef’, lo mejor fueron los datos de audiencia, ya que el programa lideró la noche del martes.
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