Existe una película de guerra casi perfecta. Si te gusta el cine bélico, tienes que ver esta película: es la mejor
Las películas bélicas constituyen un género ampliamente tratado y explorado. Desde la Guerra de Vietnam a las batallas históricas recreadas con todo lujo de detalles y efectos visuales por Ridley Scott, pasando por conflictos tan recientes como la Guerra de Irak. Todas ellas han obedecido a un mismo patrón que, en algunos casos, ha probado ser muy efectivo y, en otros, tedioso y denso.
Christopher Nolan decidió adentrarse en este subgénero, abandonando contra todo pronóstico sus guiones complejos y desplegando toda su artillería para concebir una cinta en la que la acción se imponía sobre las líneas de diálogo. Se trata de Dunkerque, estrenada en 2017. Su sinopsis oficial reza así: «Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca».
El cambio de rumbo
En efecto, Dunkerque trata de acercar al espectador la batalla homónima que se libró entre la Alemania nazi y un contingente franco-británico que quedó arrinconado en las playas de la ciudad francesa de Dunkerque, donde se vio obligado a repeler los ataques alemanes por vía aérea y naval con tan solo varias hornadas de soldados y unos buques con una capacidad ofensiva muy precaria. Nolan trata de mostrar las vicisitudes del enfrentamiento en los tres elementos: tierra, mar y aire, de la mano de un Cillian Murphy que aparecía casi por primera vez en una superproducción mucho antes de ser conocido por la audiencia y aclamado por la crítica.
No hay duda de que, con este filme, Nolan daba un buen manotazo al timón. Su cine, hasta entonces caracterizado, salvando la trilogía de Batman, por intrincados guiones y complejas tramas en ocasiones extremadamente difíciles de seguir por lo pretenciosos de su contenido, despoja a Dunkerque del componente intelectual y se centra e el más visual.
Por ello, Dunkerque es, ante todo, una película contemplativa y bien documentada, que permite al espectador conocer una realidad poco atendida de la Segunda Guerra Mundial y pone en valor una de las batallas que, a pesar de su poco interés a nivel académico, lograron cambiar el curso del conflicto armado.