Es uno de los actores más prolíficos del panorama actual gracias a esta cinta. Timothée Chalamet deslumbra a los más pequeños esta Navidad
Las Navidades están a la vuelta de la esquina y en la salas de cine ya comienza a respirarse un poco de ese aire cargado de azúcar, magia y alegría. Es en esta época del año cuando empiezan a proliferar las comedias románticas con final feliz, casi utópico, las grandes aventuras infantiles y los sueños convertidos en realidad con tan solo un chasquido de los dedos. Paul King se sumó el pasado 6 de diciembre a esta tendencia con su última obra.
Wonka es la tercera adaptación de la icónica novela juvenil de Roald Dahl Charlie y la fábrica de chocolate, aunque el director se permite ir un paso más allá e inventar una precuela de su propia cosecha en la que se narra el pasado del maestro chocolatero Willy Wonka que decide dejarlo todo para vender chocolate en una de las ciudades más prestigiosas del mundo. La sinopsis oficial reza así: «Basada en el personaje que protagoniza ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, el libro infantil más emblemático de Roald Dahl y uno de los más vendidos de todos los tiempos. La película cuenta la historia de cómo el mayor inventor, mago y chocolatero del mundo se convirtió en el querido Willy Wonka que conocemos hoy en día, centrándose en los inicios del joven y de cómo conoció a Oompa-Loompas en una de sus primeras aventuras».
El factor nostalgia
Wonka recupera al mejor Thimotée Chalamet, el que cautivó a la audiencia en títulos como Call Me by Your Name o el remake de Mujercitas de Greta Gerwig. Chalamet exhibe en la cinta de Paul King su lado más bonachón y afable que adereza de cuando en cuando con dosis muy acertadas de locura que dibujarán una sonrisa en el rostro de los más pequeños y de sus padres. Porque sí, esta es una película para disfrutar en familia y dejarse llevar por la nostalgia.
Con sus poco más de cien millones de presupuesto, la película sabe dónde invertir. King logra llenar de color el mundo de Wonka, que se mueve entre los límites difusos del sueño y la realidad y deja que el espectador se pierda en ellos a través de una fotografía muy contemplativa. El guion, aunque ya trillado, sabe aunar los recursos habituales en las películas infantiles y aprovecha al máximo las capacidades de Rowan Atkinson y Olivia Colman.